—Tenemos un problema —le susurró Simón mientras entraban en la gran sala donde se reunían habitualmente. —Ya lo sé, se oyen rumores que nos tendremos que ir a África, donde es más fácil encontrar a los donantes — le contestó inclinado la cabeza algo irritado. —No, es eso. Si quieren pueden descubrimos— abrió los ojos ofendido, por primera vez se sintió amenazado. —Es imposible —contestó con aspereza —. ¿Quién va a hacerlo?. —¿Te has hecho la prueba? —le desafió. —Claro —le miró —soy negativo. La sala estaba repleta pero un silencio había impregnado cada rincón. Las máscaras eran imprescindibles para poder asegurar la inmunidad de los asistentes, pero la mayoría se conocían. Se sentaron cada uno en su sillón rojo. Simon miró hacia atrás, con el tiempo había ascendido en la sociedad y ocupaba la segunda fila, un lugar privilegiado en el cual la información que se manejaba influía en todo el mundo. Le había costado muchos esfuerzos llegar a ese puesto, muchos sacrificios y algún...
Relatos para soñar, para soñar despiertos y despertar soñando