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Mostrando entradas de 2012

Conte de Halloween

Hi havia una vegada un ratpenat molt juganer que es deia Rat. Volava i volava mentres caçava mosquetes. Una nit de Halloween una mosqueta es va posar al nas d’una bruixa molt bruixota. Ayyyy- es va queixar la bruixa que es deia Caquita- fora mosca emprenyadora…. Rat volant va caça la mosca del nas de la bruixa i se’n va anar rient…. -Jajaja aquesta bruixa cada dia és més rondinaire….. A la poca estona va sentir uns llamecs que veien del cementiri…. -Ajjjjjj- deia el zombi Zurqui. Plof li va caure una mà. -Ajjjjj-es queixava Zurqui- m’ha caigut una mà, qui em pot ajudaaaaar? Rat es va compadir d’en Zurqui i tot baixant es va acostar: -Zurqui conec un vailet a la ciutat que es diu Sergi que et pot ajudar. -Siiiiiii- sius plau que m’ha ajudi- va contestar Zurqui. Així Rat i Zurqui van anar a la ciutat. El noi vivía a Poblenou i mentres sortien del cementiri la gent s’espantava al veure a Zurqui. -Ahhh quina por -cridaven el veïns. Tant era el soro

La Reina Sonrisa

     Érase una vez, en un lugar muy lejano, vivió una reina en un precioso lugar. Era Reina heredera del amor de sus antepasados y de sus ancestros.       Reina fue nombrada, princesa se sentía pues curiosa iba descubriendo, generosa se mostraba.       Esta bondadosa Reina se llamaba Sonrisa y se enorgullecía de los tesoros humanos que le rodeaban, tanta belleza, honestidad, vitalidad, respeto… se sentía embriagada del fantástico lugar donde vivía.        Traviesa era la Reina en el sentir y justificando su ir cumpliendo años, se atrevía de vez en cuando a saltar el muro que rodeaba su palacio y las tierras reales. Daba un brinquito y veía algo fuera del muro… pero ¿qué era?, ¿qué es esto? se preguntaba.       Un día su curiosidad pudo más que su prudencia y de un salto decidió saltar más alto y sentarse en el muro. Con sus caderas en lo alto de la muralla visualizó horizontes próximos y lejanos. Se corazón de estremeció, sus lágrimas brotaron sin consuelo. ¡Cuanta injusti

Sobre tu tumba

-Llevo un peinado horrible, me queda fatal el color rubio en mi cara. Irene se arregla el pelo intentando acomodar todos los mechones que le caen en su rostro. -Chata, tú siempre estás bella…- su marido le contesta -¡Que no! Te digo yo que hoy me he levantado fatal. Y estas gafas no me favorecen. Se las quita de un tirón y las lanza al suelo. -Me encanta como arrugas la nariz cuando te enfadas.- intenta persuadir a su amada. -¡Míralo, siempre tan complaciente!- se exaspera Irene- ¿encima te gusta verme enfadada? -No, no es eso, chata, yo te quiero como estás. -Claro, claro, pero nunca me haces caso en nada y yo me siento tan sola- solloza amargamente brotando de sus ojos lágrimas sinceras de desamparo. -¡No llores Irene, tranquilízate! -No se que voy hacer. Estoy desesperada. Sus ojos son como ríos desbordados de emoción, Irene está rota de dolor. -Venga mujer, levanta la cabeza y adelante. -Que no, Paco, que no puedo más. Además tu madre me trae loca, cada

La canción del Ángel

Hubo un tiempo, lejano en nuestra memoria en el que vivían en un bosque profundo una abuela con su nieta.  Las dos trabajaban juntas y las dos se cuidaban. Un día de otoño, la abuelita cayó enferma. En su cabaña al lado del fuego, a media voz iba enseñando a su nieta. -¡Toma hija, coge la lechera y  no la derrames, ves con cuidado! – le avisaba la abuela. La niña con largas trenzas doradas se esforzaba por hacer todas las tareas, con alegría y afán. -Si abuelita, iré con cuidado- resoplaba al coger la lechera- ufff pesa mucho esta lechera.      La abuela se había adormecido con el calor del fuego, sentada en su balancín mantenía sus manos cruzados. La niña miró a su alrededor, la cabaña le parecía enorme y sus paredes altísimas. Para mirar por la ventana debía subirse a una silla y para cocinar tenía que hacerlo encima de alguna madera para alcanzar sin dificultad. -Hijita, -se despertó la abuela- pon la leche a calentar al fuego y beberemos un poco. Cógete mi chal lila