Había una vez dos hermanos que vivían en una gran ciudad. Eran muy prudentes ya que la ciudad está llena de peligros y siempre debían estar alerta. -No corrían por la calle para no tropezar y hacerse daño. -No saltaban por no torcerse el tobillo. -No preguntaban a los maestros por no interrumpir sus enseñanzas. -No saltaban a la cuerda para no sudar y no resfriarse. Debían constantemente seguir muchas normas para seguir a salvo, así le habían enseñado y cada día su temor crecía en su interior y más peligros acechaban sus vidas. Un día fueron de excursión al campo, al pueblo de su madre y conocieron a su primo. Lo que más les extrañó a los niños era lo temerario que era su primo: caminaba por encima de los muros, subía a los árboles y saltaba. En el campo que rodeaba el pueblo crecían unas flores amarillas con puntitos rojos en los pétalos, eran una flores pequeñas pero muy brillantes. La niña se las miró y le preguntó a su primo cuál era es
Relatos para soñar, para soñar despiertos y despertar soñando