Había una vez dos hermanos que vivían en una gran ciudad.
Eran muy prudentes ya que la ciudad está llena de peligros y siempre debían
estar alerta.
-No corrían por la calle para no tropezar y hacerse daño.
-No saltaban por no torcerse el tobillo.
-No preguntaban a los maestros por no interrumpir sus enseñanzas.
-No saltaban a la cuerda para no sudar y no resfriarse.
Debían constantemente seguir muchas normas para seguir a salvo, así le habían enseñado y cada día su temor crecía en su interior y más peligros acechaban sus vidas.
-No corrían por la calle para no tropezar y hacerse daño.
-No saltaban por no torcerse el tobillo.
-No preguntaban a los maestros por no interrumpir sus enseñanzas.
-No saltaban a la cuerda para no sudar y no resfriarse.
Debían constantemente seguir muchas normas para seguir a salvo, así le habían enseñado y cada día su temor crecía en su interior y más peligros acechaban sus vidas.
Un día fueron de excursión al campo, al pueblo de su
madre y conocieron a su primo. Lo que más les extrañó a los niños era lo
temerario que era su primo: caminaba por encima de los muros, subía a los árboles
y saltaba.
En el campo que rodeaba el pueblo crecían unas flores amarillas con puntitos rojos en los pétalos, eran una flores pequeñas pero muy brillantes. La niña se las miró y le preguntó a su primo cuál era esta flor tan bonita. Su primo le explicó que era las flores de los héroes, que llevaban siempre consigo porque les daba valor, era una flor con poderes mágicos.
En el campo que rodeaba el pueblo crecían unas flores amarillas con puntitos rojos en los pétalos, eran una flores pequeñas pero muy brillantes. La niña se las miró y le preguntó a su primo cuál era esta flor tan bonita. Su primo le explicó que era las flores de los héroes, que llevaban siempre consigo porque les daba valor, era una flor con poderes mágicos.
La niña abrió mucho los ojos y le preguntó a su primo si
funcionaría con ella y su hermanito. El primo asintió con alegría y le propuso
un juego.
-Llevad una flor en los bolsillos y montad en bici, veréis
como no os caeréis.
Los hermanas cogieron cada uno una flor y se la guardaron
en los bolsillos, con las piernas temblorosas , fueron directos a sus
bicicletas a probar los poderes mágicos de la flor.
-Id con cuidado y no tengáis miedo- les gritó su primo.
Y así los hermanos subieron a sus bicicletas y tras dar
dos pedaleadas dando tumbos la pudieron controlar y correr como nunca lo habían hecho.
Al rato, cansados bajaron de la bicicleta y riendo se
explicaban sus aventuras, por donde habían subido, las caídas que habían
tenido, las piedras que habían sorteado y se rieron como nunca.
Cuando volvieron a casa explicaron a su madre sus proezas y
los poderes mágicos de la Flor de Mimulus!!!
Autora: Marta Tadeo
Autora: Marta Tadeo
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