Había una vez una niña juguetona, valiente y amada que tenía a su disposición todo un reino y una gran riqueza, para heredar el paraíso sólo tenía que seguir una norma, el príncipe que ella escogiera no podía ser de otro reino.
La niña creció feliz hasta que se hizo mujer y se enamoró de un príncipe, valiente, hermoso y sabio pero no era del reino, sus costumbre no eran las mismas, ni su linaje pertenecía a la princesa.
Suplicó a la madre reina que la dejara poder vivir y casarse con su príncipe extranjero, pero no obtuvo respuesta, la madre reina le dijo que hiciera aquello que mejor lo pareciese.
De este modo la princesa y el príncipe se casaron y tuvieron hijos, fueron años felices y prósperos y la Princesa olvidó que había vulnerado la norma de la familia y un día sin aviso, cuando el Rey murió la Madre Reina la despojó de todo y la echó del reino.
Desposeída de todo aquello que conocía y de su linaje, la princesa tuvo que hacerse más fuerte y forjar un nuevo reino. A sus hijos sólo les dió una norma, que nunca obtuvieran dinero ni riquezas, ya que éstas traen la desgracia a la familia. Los hijos fueron fieles y nunca tuvieron más de lo que necesitaron, justo lo necesario para vivir.
Un día nació una princesita, bisnieta de la Gran Reina, creció con el convencimiento que era rica pero en su hogar reinaba solo un hogar humilde, ¿cómo era posible que se sintiera rica? Descubrió un día que era heredera de un Gran Reino que nunca recibió porque la Reina creía que para Ser había que Tener, y como su hija la había desobedecido le quitó todo para que dejara de Ser.
La pequeña princesita no entendía esta conjugación, para Ser no hay que Tener, ya que la abuela fue sin tener. Llegó a un conclusión la pequeña princesa y le dijo a la Gran Reina que el Tener es sólo una parte del Ser a su disposición, que la riqueza está al servicio de las personas.
Por este motivo la princesa eligió su propio camino en el cual la prosperidad está al servicio de las personas y gracias a la riqueza y la abundancia se podía transformar en Reina de su propio destino, para el mejor bien del Todo y de si misma.
Autora del cuento y la foto: Marta Tadeo
Comentarios